EL PROGRESO DE PANAMA ESTA EN NUESTRAS MANOS

Diciembre 18, 2003

EL PROGRESO DE PANAMA ESTA EN NUESTRAS MANOS

Diciembre 18, 2003

Existe en Panamá, y en la mayoría de los países de Latinoamérica, un creciente aumento de la pobreza y más específicamente una mayor concentración de la riqueza en determinados sectores productivos del país.

Esta realidad no tiene un responsable único, sino que es la reunión de una serie de factores que se encuentran lejos de poder lograr una pronta solución.

Primeramente, nos encontramos con las empresas que históricamente en nuestro país han destinado sus esfuerzos a las actividades de servicios. Las industrias no prosperaron en todo lo que pudieron, y en adición, con la llegada de la llamada globalización muchas se vieron en la necesidad de cerrar por no poder competir.

El mercado empresarial se encuentra agotado ante la falta de nuevas iniciativas que creen opciones frescas para generar mayores empleos. Nada más hay que abrir los diarios para que hasta el lector más distraído se percate que muchas de las empresas se están fusionando ante la saturación de los mercados y con la esperanza de ampliar sus horizontes y por ende sus ingresos. Por supuesto, las fusiones traen despidos y los despidos un aumento de la pobreza.

Por su parte, los trabajadores tienen cada vez más falta de preparación, que concentrados en estudiar o dedicarse a las carreras tradicionales se enfrentan a un mercado laboral que no tiene cabida para más personas, creando frustración entre los que creen que todos los años invertidos en estudiar deben ser recompensados con buenos puestos y salarios.

Esta población no realiza de forma clara que las tendencias laborales en Panamá se están dirigiendo, de forma lenta pero segura, hacia nuevos mercados en los que se va a necesitar personal cada vez más especializado.

Así, por ejemplo, podemos mencionar la industria del turismo, los puertos y que decir del Canal, que ya es nuestro, y muchas de las personas no están conscientes de los grandes avances que en materia de modernización se realizan y que requerirán de mano de obra panameña preparada. Inevitablemente este déficit laboral, lleva a los gobiernos a convertirse en agencias de empleo para contrarrestar el desempleo galopante que cada día nos colma más.

Esto ha creado en nuestra sociedad una población cada vez más dependiente del gobierno de turno en el que buscan la salvación a sus problemas convencidos que las personas están en el poder para nombrarlos y no para crear las condiciones necesarias para que las empresas puedan generar riqueza y trabajo.

Finalmente, nos topamos con una parte de la sociedad que se encuentra convencida de que la solución a nuestros problemas está en factores externos. Que el jardín del vecino es más verde que el nuestro. No nos referimos a aquellas personas que tratan de buscar nuevas inversiones en el extranjero, ni de promover a Panamá como sitio de inversión, sino a quienes creen que con el regreso de fuerzas extranjeras a nuestro territorio los ingresos aumentarán.

Nada más incierto que eso. Los Estados Unidos ya no tienen interés en Panamá como lo solían tener en el pasado. Todas esas ganancias que nos dejaron son parte de la historia, por lo que no podemos seguir viviendo de reminiscencias de lo que fue.

La solución está en nosotros mismos, en cómo nos preparamos intelectualmente para abrir nuevos mercados, nuevos productos y nuevas oportunidades. La solución no está en los gobiernos de turno como empleadores sustitutos de la empresa privada.

Mientras sigamos pensando así, mientras sigamos culpando a los gobiernos de todo, mientras los empresarios no inviertan en Panamá, la división de la riqueza se irá abriendo cada vez más, entre quienes entienden que deben estudiar y luchar con la competitividad mundial y los que no lo entienden así.     El límite se lo pone usted mismo como persona, trabajador, empresario o gobierno.

Existe en Panamá, y en la mayoría de los países de Latinoamérica, un creciente aumento de la pobreza y más específicamente una mayor concentración de la riqueza en determinados sectores productivos del país.

Esta realidad no tiene un responsable único, sino que es la reunión de una serie de factores que se encuentran lejos de poder lograr una pronta solución.

Primeramente, nos encontramos con las empresas que históricamente en nuestro país han destinado sus esfuerzos a las actividades de servicios. Las industrias no prosperaron en todo lo que pudieron, y en adición, con la llegada de la llamada globalización muchas se vieron en la necesidad de cerrar por no poder competir.

El mercado empresarial se encuentra agotado ante la falta de nuevas iniciativas que creen opciones frescas para generar mayores empleos. Nada más hay que abrir los diarios para que hasta el lector más distraído se percate que muchas de las empresas se están fusionando ante la saturación de los mercados y con la esperanza de ampliar sus horizontes y por ende sus ingresos. Por supuesto, las fusiones traen despidos y los despidos un aumento de la pobreza.

Por su parte, los trabajadores tienen cada vez más falta de preparación, que concentrados en estudiar o dedicarse a las carreras tradicionales se enfrentan a un mercado laboral que no tiene cabida para más personas, creando frustración entre los que creen que todos los años invertidos en estudiar deben ser recompensados con buenos puestos y salarios.

Esta población no realiza de forma clara que las tendencias laborales en Panamá se están dirigiendo, de forma lenta pero segura, hacia nuevos mercados en los que se va a necesitar personal cada vez más especializado.

Así, por ejemplo, podemos mencionar la industria del turismo, los puertos y que decir del Canal, que ya es nuestro, y muchas de las personas no están conscientes de los grandes avances que en materia de modernización se realizan y que requerirán de mano de obra panameña preparada. Inevitablemente este déficit laboral, lleva a los gobiernos a convertirse en agencias de empleo para contrarrestar el desempleo galopante que cada día nos colma más.

Esto ha creado en nuestra sociedad una población cada vez más dependiente del gobierno de turno en el que buscan la salvación a sus problemas convencidos que las personas están en el poder para nombrarlos y no para crear las condiciones necesarias para que las empresas puedan generar riqueza y trabajo.

Finalmente, nos topamos con una parte de la sociedad que se encuentra convencida de que la solución a nuestros problemas está en factores externos. Que el jardín del vecino es más verde que el nuestro. No nos referimos a aquellas personas que tratan de buscar nuevas inversiones en el extranjero, ni de promover a Panamá como sitio de inversión, sino a quienes creen que con el regreso de fuerzas extranjeras a nuestro territorio los ingresos aumentarán.

Nada más incierto que eso. Los Estados Unidos ya no tienen interés en Panamá como lo solían tener en el pasado. Todas esas ganancias que nos dejaron son parte de la historia, por lo que no podemos seguir viviendo de reminiscencias de lo que fue.

La solución está en nosotros mismos, en cómo nos preparamos intelectualmente para abrir nuevos mercados, nuevos productos y nuevas oportunidades. La solución no está en los gobiernos de turno como empleadores sustitutos de la empresa privada.

Mientras sigamos pensando así, mientras sigamos culpando a los gobiernos de todo, mientras los empresarios no inviertan en Panamá, la división de la riqueza se irá abriendo cada vez más, entre quienes entienden que deben estudiar y luchar con la competitividad mundial y los que no lo entienden así.     El límite se lo pone usted mismo como persona, trabajador, empresario o gobierno.

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