REORGANIZAR LA ECONOMÍA

Septiembre 18, 2018

REORGANIZAR LA ECONOMÍA

Septiembre 18, 2018

En las últimas décadas, la economía panameña ha estado sustentada fundamentalmente en cuatro pilares a saber: la construcción, el centro financiero (que incluye a los bancos, abogados, financieras, etc.), la Zona Libre de Colón y el turismo. El modelo panameño fue un éxito que todos nuestros vecinos envidiaban; de hecho, lo denominaban el milagro de Panamá.

Basados en ese gran éxito nos dormidos sobre nuestros laureles y empezamos a negar la nueva realidad mundial que no solo impusieron los grandes jugadores, sino que nos negamos a cambiar. Tristemente, Panamá, que solo produce servicios, empezó a ver el fin de nuestras industrias sin preocuparse en acoplarse a las nuevas realidades planetarias. En materia de servicios financieros se nos impusieron normas que nos quitaron competitividad. Normas estas que las grandes potencias no usan, pero que nos obligan a usar a nosotros. Acabaron con los servicios financieros. Quien no lo vea así sigue en el pasado.

Las tecnologías como el internet o la facilidad de poder viajar a adquirir bienes acabaron con el servicio que producía la Zona Libre de Colón. Hoy en día, un comprador de mercancía de Ecuador puede adquirir productos directamente desde China sin tener que venir a Panamá, gracias a la tecnología.

En materia de turismo, no ha existido ningún gobierno en las últimas administraciones que de verdad elabore un plan de acción coordinado para atraer turismo a Panamá. La defensa de los gobiernos se basa en que se construyeron muchos hoteles (como si ello fuera malo), se está construyendo una nueva terminal (como si eso atrajera a los turistas) o lo peor aún, le encargan la misión a nuestra línea aérea local Copa, como si ella fuera la responsable de atraer a los turistas cuando la realidad es que la promoción internacional que realiza el gobierno va encaminada a sectores totalmente equívocos.

Finalmente, la construcción, que todavía sobrevive de a milagro, también va en vías de extinción, pues a menos inversión, menos dinero y, por ende, menos ventas de inmuebles.

Este panorama está lejos de mejorarse, inclusive con el próximo gobierno. Si observamos con cuidado cada una de las propuestas de los precandidatos a la presidencia de la República, todos enfocan sus planes en una transformación a la estructura del Estado, lo cual no está mal. De hecho, será un escalón adicional por mejorar la tan deteriorada institucionalidad del país. Lo que sí está mal es que ninguno presenta una alternativa de trasformación económica global, solamente nos muestran que sus cambios en materia de economía nacional irán encaminados a emparchar los errores del pasado  ̶ y lo harán subiendo los impuestos, no hay de otra.

Ese paliativo que afectará a toda la población encareciendo la vida, sí que ayudará en alguna medida, pero nos seguirá dejando fuera del juego internacional. El próximo gobernante debe entender que el mundo cambió y en esa línea debe encaminar a la población. Dejemos de hablar tanto del deterioro de las escuelas y empecemos a hablar del deterioro de la educación universitaria. Hoy en día, la mayoría de la población se gradúa en las carreras tradicionales, pues creen que así encontrarán trabajo, solamente para percatarse de que con dicha carrera ya están obsoletos. Los gobiernos se jactan de las inversiones que se están haciendo en materia de logística, puertos, infraestructuras, pero cuántas personas preparadas en estos temas están saliendo de nuestras universidades. De hecho, cuántos profesores se prepararon en los mejores centros internacionales para retrasmitir sus conocimientos a los estudiantes sobre estos y muchos otros temas.

Pongamos de ejemplo a Estados Unidos. La tecnología ha avanzado tanto que hasta esa nación que todos siempre ponemos de ejemplo, se encuentra enfrentando dificultades en regular, controlar y preparar a sus ciudadanos en los avances que surgen diariamente. Si ellos, que son los inventores tienen dificultades, imagínense lo que sucederá con nosotros que no tenemos a suficientes personas que entiendan lo que está sucediendo a nivel tecnológico. Esto desembocará en una sola consecuencia, más desempleo; por ende, menos tributos, más pobreza y un Panamá más obsoleto. ¿Habrá alguien que desee mejorar el país y acoplarlo a la nueva realidad global?

En las últimas décadas, la economía panameña ha estado sustentada fundamentalmente en cuatro pilares a saber: la construcción, el centro financiero (que incluye a los bancos, abogados, financieras, etc.), la Zona Libre de Colón y el turismo. El modelo panameño fue un éxito que todos nuestros vecinos envidiaban; de hecho, lo denominaban el milagro de Panamá.

Basados en ese gran éxito nos dormidos sobre nuestros laureles y empezamos a negar la nueva realidad mundial que no solo impusieron los grandes jugadores, sino que nos negamos a cambiar. Tristemente, Panamá, que solo produce servicios, empezó a ver el fin de nuestras industrias sin preocuparse en acoplarse a las nuevas realidades planetarias. En materia de servicios financieros se nos impusieron normas que nos quitaron competitividad. Normas estas que las grandes potencias no usan, pero que nos obligan a usar a nosotros. Acabaron con los servicios financieros. Quien no lo vea así sigue en el pasado.

Las tecnologías como el internet o la facilidad de poder viajar a adquirir bienes acabaron con el servicio que producía la Zona Libre de Colón. Hoy en día, un comprador de mercancía de Ecuador puede adquirir productos directamente desde China sin tener que venir a Panamá, gracias a la tecnología.

En materia de turismo, no ha existido ningún gobierno en las últimas administraciones que de verdad elabore un plan de acción coordinado para atraer turismo a Panamá. La defensa de los gobiernos se basa en que se construyeron muchos hoteles (como si ello fuera malo), se está construyendo una nueva terminal (como si eso atrajera a los turistas) o lo peor aún, le encargan la misión a nuestra línea aérea local Copa, como si ella fuera la responsable de atraer a los turistas cuando la realidad es que la promoción internacional que realiza el gobierno va encaminada a sectores totalmente equívocos.

Finalmente, la construcción, que todavía sobrevive de a milagro, también va en vías de extinción, pues a menos inversión, menos dinero y, por ende, menos ventas de inmuebles.

Este panorama está lejos de mejorarse, inclusive con el próximo gobierno. Si observamos con cuidado cada una de las propuestas de los precandidatos a la presidencia de la República, todos enfocan sus planes en una transformación a la estructura del Estado, lo cual no está mal. De hecho, será un escalón adicional por mejorar la tan deteriorada institucionalidad del país. Lo que sí está mal es que ninguno presenta una alternativa de trasformación económica global, solamente nos muestran que sus cambios en materia de economía nacional irán encaminados a emparchar los errores del pasado  ̶ y lo harán subiendo los impuestos, no hay de otra.

Ese paliativo que afectará a toda la población encareciendo la vida, sí que ayudará en alguna medida, pero nos seguirá dejando fuera del juego internacional. El próximo gobernante debe entender que el mundo cambió y en esa línea debe encaminar a la población. Dejemos de hablar tanto del deterioro de las escuelas y empecemos a hablar del deterioro de la educación universitaria. Hoy en día, la mayoría de la población se gradúa en las carreras tradicionales, pues creen que así encontrarán trabajo, solamente para percatarse de que con dicha carrera ya están obsoletos. Los gobiernos se jactan de las inversiones que se están haciendo en materia de logística, puertos, infraestructuras, pero cuántas personas preparadas en estos temas están saliendo de nuestras universidades. De hecho, cuántos profesores se prepararon en los mejores centros internacionales para retrasmitir sus conocimientos a los estudiantes sobre estos y muchos otros temas.

Pongamos de ejemplo a Estados Unidos. La tecnología ha avanzado tanto que hasta esa nación que todos siempre ponemos de ejemplo, se encuentra enfrentando dificultades en regular, controlar y preparar a sus ciudadanos en los avances que surgen diariamente. Si ellos, que son los inventores tienen dificultades, imagínense lo que sucederá con nosotros que no tenemos a suficientes personas que entiendan lo que está sucediendo a nivel tecnológico. Esto desembocará en una sola consecuencia, más desempleo; por ende, menos tributos, más pobreza y un Panamá más obsoleto. ¿Habrá alguien que desee mejorar el país y acoplarlo a la nueva realidad global?

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