Oportunidades en épocas de cambio

Julio 11, 2017

Oportunidades en épocas de cambio

July 11, 2017

Sí, las reglas del juego cambiaron y Panamá no podía quedarse por fuera en un partido mundial en el cual las grandes potencias imponen las leyes que debemos aprobar. Pero déjenme decirles algo: esas leyes antilavado de dinero, la de conoce a tu cliente y la famosa matriz de riesgo y el monitoreo son normas de las cuales ahora nos quejamos, pero que en los países más avanzados ya están obsoletas.

Es cierto, los negocios que antes estaban regulados y los que no y que ahora nos han obligado a aplicar nuevas políticas de procedimientos cuyos incumplimientos son sancionables, nos han hecho convertirnos en funcionarios fiscalizadores de las instituciones del gobierno sin que nos paguen para ello. Somos monitoreadores de operaciones sospechosas, debemos reportar cualquier movimiento de dinero inhabitual y hasta reforzar la debida diligencia a personas de dudosa reputación. Todos estos procesos han encarecido, sin lugar a dudas, los costos de operación de las empresas.

Esta complejidad y la inmensa cantidad de nuevas normas reguladoras que se emiten más rápido de lo que las puedo leer son materia vieja en los grandes jugadores. Los países desarrollados se percataron hace algunos años de que luego de hacer invertir billones de dólares en programas de monitoreo y matrices de riesgo a los bancos, financieras, fiduciarias, casa de valores y abogados, entre otros, solo lograban detectar tan solo el tres por ciento de los dineros utilizados para la actividades ilícitas. Ante este fallo, los gobiernos optaron por invertir en tecnologías que se interconectan entre los estados, permitiéndoles a los grandes jugadores tomar una posición aventajada en el mundo de las finanzas.

Por ejemplo, ¿ha escuchado usted alguna vez que abrir una cuenta bancaria en los Estados Unidos es mucho más fácil que en Panamá? Ello se debe a que solo necesita una identificación, la cual se procesa en los sistemas tecnológicos del gobierno, quienes dan la repuesta positiva o negativa sobre el nuevo cliente. Esto les permite a los bancos ser más agiles y más competitivos en el mundo de hoy y, en adición, los gobiernos ganan, ya que conocen desde un inicio quién abrirá la cuenta, de dónde provienen los fondos y de dónde provinieron antes de que se los depositaran a usted. Se trata de la muerte de la privacidad, contra la cual ya no podremos hacer nada.

Ante esta nueva realidad, debemos ponernos creativos o perderemos competitividad con normas que a todas luces ya están desfasadas y que no coadyuvarán a resolver las operaciones ilícitas como ha quedado comprobado en otras naciones.

Esta creatividad debe incluir a todos los actores. Por parte de las instituciones gubernamentales: invirtiendo en tecnología de punta acorde a las exigencias de esta era. A nivel de las instituciones financieras: ofreciendo nuevos productos y servicios. Sí, los bancos están sentados en un estado de confort otorgando préstamos hipotecarios, de consumo y tarjetas de crédito, pero el sistema que todavía produce ganancias está agotado.

El mundo se mueve en otra dirección. Ya se habla de fintech o tecnofinanzas, de la desaparición del dinero, de los pagos con dinero virtual, como es el caso del bitcoin, de la desaparición de las divisas por el surgimiento de una moneda virtual única y muchas otras cosas más.

En Panamá muy poco se ha dicho o hecho al respecto y si no despertamos a esta nueva realidad mundial perderemos preponderancia como centro bancario internacional.

Llegó el momento de dejar de quejarnos. Esta es una nueva época y que continuará cambiando de manera constante y rápida. Pero Panamá puede lograr ponerse al frente como centro bancario internacional convirtiéndonos en un punto de cierre de grandes transacciones latinoamericanas en competencia directa con Nueva York, siendo un punto de desarrollo de nuevas tecnologías financieras y mucho más.

Lo tenemos todos: una democracia, el dólar como moneda oficial e infraestructuras de primer mundo.

Se avecinan muchos más cambios, ¿estamos listos para afrontarlos?

Sí, las reglas del juego cambiaron y Panamá no podía quedarse por fuera en un partido mundial en el cual las grandes potencias imponen las leyes que debemos aprobar. Pero déjenme decirles algo: esas leyes antilavado de dinero, la de conoce a tu cliente y la famosa matriz de riesgo y el monitoreo son normas de las cuales ahora nos quejamos, pero que en los países más avanzados ya están obsoletas.

Es cierto, los negocios que antes estaban regulados y los que no y que ahora nos han obligado a aplicar nuevas políticas de procedimientos cuyos incumplimientos son sancionables, nos han hecho convertirnos en funcionarios fiscalizadores de las instituciones del gobierno sin que nos paguen para ello. Somos monitoreadores de operaciones sospechosas, debemos reportar cualquier movimiento de dinero inhabitual y hasta reforzar la debida diligencia a personas de dudosa reputación. Todos estos procesos han encarecido, sin lugar a dudas, los costos de operación de las empresas.

Esta complejidad y la inmensa cantidad de nuevas normas reguladoras que se emiten más rápido de lo que las puedo leer son materia vieja en los grandes jugadores. Los países desarrollados se percataron hace algunos años de que luego de hacer invertir billones de dólares en programas de monitoreo y matrices de riesgo a los bancos, financieras, fiduciarias, casa de valores y abogados, entre otros, solo lograban detectar tan solo el tres por ciento de los dineros utilizados para la actividades ilícitas. Ante este fallo, los gobiernos optaron por invertir en tecnologías que se interconectan entre los estados, permitiéndoles a los grandes jugadores tomar una posición aventajada en el mundo de las finanzas.

Por ejemplo, ¿ha escuchado usted alguna vez que abrir una cuenta bancaria en los Estados Unidos es mucho más fácil que en Panamá? Ello se debe a que solo necesita una identificación, la cual se procesa en los sistemas tecnológicos del gobierno, quienes dan la repuesta positiva o negativa sobre el nuevo cliente. Esto les permite a los bancos ser más agiles y más competitivos en el mundo de hoy y, en adición, los gobiernos ganan, ya que conocen desde un inicio quién abrirá la cuenta, de dónde provienen los fondos y de dónde provinieron antes de que se los depositaran a usted. Se trata de la muerte de la privacidad, contra la cual ya no podremos hacer nada.

Ante esta nueva realidad, debemos ponernos creativos o perderemos competitividad con normas que a todas luces ya están desfasadas y que no coadyuvarán a resolver las operaciones ilícitas como ha quedado comprobado en otras naciones.

Esta creatividad debe incluir a todos los actores. Por parte de las instituciones gubernamentales: invirtiendo en tecnología de punta acorde a las exigencias de esta era. A nivel de las instituciones financieras: ofreciendo nuevos productos y servicios. Sí, los bancos están sentados en un estado de confort otorgando préstamos hipotecarios, de consumo y tarjetas de crédito, pero el sistema que todavía produce ganancias está agotado.

El mundo se mueve en otra dirección. Ya se habla de fintech o tecnofinanzas, de la desaparición del dinero, de los pagos con dinero virtual, como es el caso del bitcoin, de la desaparición de las divisas por el surgimiento de una moneda virtual única y muchas otras cosas más.

En Panamá muy poco se ha dicho o hecho al respecto y si no despertamos a esta nueva realidad mundial perderemos preponderancia como centro bancario internacional.

Llegó el momento de dejar de quejarnos. Esta es una nueva época y que continuará cambiando de manera constante y rápida. Pero Panamá puede lograr ponerse al frente como centro bancario internacional convirtiéndonos en un punto de cierre de grandes transacciones latinoamericanas en competencia directa con Nueva York, siendo un punto de desarrollo de nuevas tecnologías financieras y mucho más.

Lo tenemos todos: una democracia, el dólar como moneda oficial e infraestructuras de primer mundo.

Se avecinan muchos más cambios, ¿estamos listos para afrontarlos?

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