Nuestro Primer Mandatario

Marzo 27, 2011

Nuestro Primer Mandatario

March 27, 2011

Para cualquier persona que alguna vez haya iniciado un proyecto o empresa, es conocido cuán difícil es la etapa primaria donde se tiene que organizar, crear una estructura y hasta valerse de su mejor astucia para sacar su negocio adelante. El éxito o el fracaso no radican en la suerte como todos quisiéramos, sino en la obstinación, dedicación y esfuerzo diario que le dedicamos.

De ese esfuerzo no escaparon los denominados descubridores del Continente Americano, que más bien fueron conquistadores de estas tierras, que en compañía de mejores armas sometieron a los nativos de estas áreas. La verdad sea dicha, los españoles que vinieron fueron verdaderos guerreros, que aunque su pasión por las riquezas era el símbolo que los inspiraba, tuvieron que luchar con nuevos climas, regiones inhóspitas y adversarios que a pesar de estar en desventaja, pelearon incasablemente por lo que les pertenecía.

Lograda la conquista de cada región se pasaba a organizar la vida social de los habitantes que allí se quedarían. Eso implicaba escoger a sus gobernantes e instituciones reguladoras; crear leyes; repartir y organizar las tierras que se ocuparían y reglamentar hasta el comercio.

No faltaba, por supuesto, la oposición que desde tiempos ancestrales ha existido hacia cualquier régimen que impere en un momento determinado por muy bueno que sea. Así por ejemplo, podríamos recordar de los inicios de la conquista de Panamá, las desavenencias surgidas entre Pedrarias de Ávila y Vasco Núñez de Balboa, llevándose este último la peor parte.

Balboa representaba el caudillo popular al que todos seguían. Recordado por su descubrimiento del Mar del Sur, hoy océano Pacífico, es inmortalizado por muchos como un gran hombre, sencillo y humilde. Por su parte Ávila, representa al verdugo de Balboa, pero aunque a muchos no les guste, a este personaje le tocó la difícil tarea de organizar legal y administrativamente, las recién descubiertas tierras, labor ardua y a la que Balboa no estaba dispuesto a someterse por medios pacíficos, por lo menos mientras le durara su popularidad.

Panamá desde su descubrimiento y conquista fue considerada como un lugar especial tanto en lo político como en lo económico. Nunca perteneció, ni a Centroamérica ni a Suramérica. La independencia de España que de manera tardía llegó en relación con nuestros hermanos países vecinos, a diferencia de ellos, fue realizada de forma pacífica, sin derramamiento de sangre, pero movidos por el contagio que causaban las conquistas de los libertadores de Suramérica.

Sin embargo, lograda la misma, no nos quedamos solos, nuestras opciones fueron continuar unidos a otro país y para ello escogimos a Colombia. Desde el inicio fue claro que no congeniábamos, pues nuestro vecino nos consideraba, como todos los demás, diferentes. Ello quedó visiblemente determinado por los múltiples intentos separatistas como lo fueron los de 1830, 1831 y 1840. La autonomía de los panameños se presentó en 1855 gracias a un prohombre, don Justo Arosemena, que con una visión futurista logró impulsar el Estado Federal de Panamá. Más tarde, a través de la Constitución colombiana de 1863, Panamá se convirtió en Estado soberano, pero esta prerrogativa duraría tan sólo unos años, ya que dicho estatus se abolió en 1886, y se regresó al sistema centralista de Bogotá.

El nombre de Manuel Amador Guerrero lleva un significado muy especial para todos los panameños, pues simboliza la independencia de Panamá de Colombia. Hasta los niños de la escuela saben que fue nuestro primer Presidente de la República, pero hasta allí. Muy pocas personas conocen de dónde son sus orígenes, las grandes vicisitudes con las que tuvo que lidiar para llevar a feliz puerto la independencia, así como sus logros y dificultades que en la etapa organizativa de este país tuvo que enfrentar, y el final trágico de su vida.

Manuel Amador Guerrero nació en Turbaco, departamento de Bolívar, Colombia, el 30 de junio de 1833, hijo del matrimonio contraído por José María Amador y Mercedes Guerrero de Amador, contando además con cuatro hermanos, Juan de Dios, José, Mercedes y Vita. Realizó sus estudios en Cartagena, donde en 1855 obtuvo el título de doctor en Medicina y Cirugía. Inició sus labores por un tiempo en esas tierras; fue atraído por la construcción del ferrocarril de Panamá, y llega a Colón, lugar donde se establece en busca de un mejor porvenir, sin siquiera sospechar lo que el destino le tenía guardado. Contrajo matrimonio con la dama panameña María Ossa de Amador, con quien tuvo tres hijos.

Ayudado por sus amigos, entró en la vida política del país, sin olvidar su compromiso como galeno. Fue electo como Representante ante el Congreso Nacional por la provincia de Veraguas, por lo que se traslada a Bogotá durante todo su mandato. En 1867, regresa a Panamá y es escogido como Primer Designado del Estado y posteriormente electo Presidente del Estado, cargo que nunca llegaría a ocupar y que le costaría tener que irse al exilio hasta el año 1870, cuando retornó para dedicarse a las labores para las cuales se había preparado en el Hospital Santo Tomás. En 1890, al acercarse el final del periodo otorgado por Colombia para que la Compañía del Canal Interoceánico de los franceses concluyera la magna obra, fue designado, junto con otros ilustres ciudadanos, para que compareciera ante el Congreso a solicitar una extensión de tiempo, logrando con éxito su gestión, la cual no rindió frutos pues, como se sabe, los franceses terminaron fracasando en su anhelado proyecto.

En 1903, en momentos en que se discutía la aprobación por el Congreso de Colombia del Tratado Herrán-Hay, se acercó a don José Agustín Arango con el fin de expresarle su preocupación sobre el posible rechazo al convenio y sus consecuencias funestas para Panamá, pues los Estados Unidos tendrían que escoger a Nicaragua como la vía para el desarrollo del proyecto canalero. El impacto económico afectaría a nuestra población de manera directa, aunado a la situación precaria en que habíamos quedado como consecuencia de la Guerra de los Mil Días, por ende era imperioso, consideraba él, hacer algo que ayudara a que el canal se construyera por Panamá. Este fue el punto de partida que gracias a su gestión y de otros muchos, llevó a la consecución definitiva de nuestra independencia de Colombia.

La Asamblea Constituyente lo designó como primer Presidente, aunque él no era panameño, pero consideró que su trayectoria y representación en la gesta separatista le daba suficientes credenciales para nombrarlo en la primera magistratura del país, cargo que ocupó a partir del 20 de febrero de 1904.

La recién creada república exigía de alguien con coraje para realizar todo aquello que fuera necesario para llevar adelante el proyecto de país y la construcción del Canal de Panamá.

Una vez entró en vigencia el Tratado Hay-Bunau Varilla, surgió el primer conflicto entre la clase dirigente del Istmo y el Gobierno de los Estados Unidos a raíz de la expedición, en junio de 1904, de una orden ejecutiva del gobierno americano en la cual se declaraba a la Zona del Canal abierta al comercio mundial.

Los puertos de Balboa y Cristóbal pasaban a ser parte del Canal y se establecían en ellos aduanas y oficinas postales. Por supuesto, que estas medidas constituían una disminución en los ingresos fiscales panameños.

El 11 de agosto de 1904, el Gobierno de Panamá protestó ante las medidas injustas y demandó su derogación mediante nota que redactaría Eusebio A. Morales y suscribiría por el Ministro de Panamá en Washington, don José De Obaldía. En la misma se expresaba que el tratado de 1903, en su artículo 2, excluía a ambos puertos del área canalera y que no había cláusula alguna en el convenio que autorizara a establecer oficinas de aduanas y correos en dicha zona.

En sus inicios, el Gobierno de Estados Unidos rechazó la queja del Gobierno de Panamá, pero posteriormente envió a nuestro país al secretario de Guerra William Taft para solucionar el conflicto. Del resultado de su gestión se revocó la orden ejecutiva y se concertó un acuerdo acerca de las relaciones comerciales entre ambos países en la franja canalera, conocido como el Convenio Taft, estableciendo, entre otras cosas, que a la Zona del Canal sólo se importarían mercaderías para fines relacionados con la construcción del mismo y el personal de la empresa; se declaró el libre tránsito entre la zona canalera y la República de Panamá y se determinó que el servicio postal operaría con sellos panameños con una sobre marca que diría “Canal Zone”.

Las relaciones con el Gobierno de Estados Unidos y la administración de Amador Guerrero estuvieron trilladas de conflictos y muy especialmente en cuanto a la interpretación e implementación del Tratado Hay-Bunau Varilla.

Desde el momento en que el doctor Amador Guerrero tomó posesión del cargo, Estados Unidos tuvo un especial interés en eliminar el ejército panameño, pues estaban convencidos de que el mismo representaba un peligro para la estabilidad del Estado. Este sentir quedó claramente marcado cuando en vísperas de la celebración del primer aniversario de la República, el general Esteban Huertas movido por intereses políticos del país, envió una carta al Presidente donde demandaba la destitución del ministro de Gobierno, Tomás Arias. No conforme con esto, en el día del primer aniversario de la independencia, lanzó una proclama en contra del gobierno nacional. Días más tarde, se descubrió un complot para derrocar al presidente Amador, lo que lo llevó al convencimiento de que la única vía para salir del conflicto era pidiendo la renuncia del general Huertas, quien la envió el 18 de noviembre de 1904. Dos días después se disolvió el ejército.

Las adversidades siguieron contrariando a la reciente República. En diciembre de 1904, se llevaron a cabo las elecciones municipales del país, después de las cuales se inició una serie de denuncias de fraudes por parte del Partido Liberal. Más tarde, en 1906, se llevaron a cabo las siguientes elecciones municipales, pero esta vez el gobierno solicitó la presencia de observadores. El Partido Liberal no se quedó atrás y envió a Estados Unidos una delegación que pediría a ese gobierno su intervención con el fin garantizar un justo resultado a las mismas. Las elecciones se realizaron el 24 de junio de 1906, pero los liberales acusaron al gobierno de serias irregularidades y fraude. Durante los días posteriores a las elecciones se suscitaron revueltas callejeras que dejarían un saldo de tres muertos, varios heridos y muchos detenidos.

El 23 de junio de 1907, el presidente Amador, por autorización que le otorgase la Asamblea Nacional, se separó del cargo por un periodo de seis meses con el fin de realizar un viaje a Estados Unidos y Europa, ocupando el solio presidencial el primer designado, don José Domingo De Obaldía. Lo que pocas personas sabían era que el doctor Amador venía sufriendo de una enfermedad que lo llevó a buscar la opinión de médicos extranjeros que le encontrarían una solución a su padecimiento. A todo lo largo de su viaje se dedicó a escuchar opiniones de varios galenos, entre los cuales encontró a uno que llegó a diagnosticarle cáncer en los huesos, y más aún, llegó a expresar que fallecería en seis meses.

Pese a todo ello, retomó en diciembre de 1907, las riendas del Estado con el único fin de concluir con valentía sin igual y pese a sus dolencias, la misión que le había sido encomendada.

Llegada la época de elecciones presidenciales de 1908, un grupo de simpatizantes trató de buscar la reelección del doctor Amador Guerrero, si embargo este rechazó tal ofrecimiento de manera categórica. Así las cosas, los candidatos que se presentaron fueron José Domingo De Obaldía, primer designado de la República, y Ricardo Arias, secretario de Relaciones Exteriores. Por su parte, los Estados Unidos empezaron a enviar mensajes amenazadores manifestando que no permitirían que se realizara un fraude como el acaecido en las elecciones de 1906, acusando al gobierno de Amador Guerrero de haber ayudado a realizar dicho fraude. La situación llegó a tal estado, que la nación del Norte consideró desembarcar a marinos de la armada en Panamá para que cuidaran los centros de votaciones. El presidente Amador nombró una comisión observadora electoral e invitó a que participaran de esta a designados del Gobierno americano.

Ante este panorama don Ricardo Arias prefirió retirarse de la campaña con el fin de evitar una intervención de los Estados Unidos en el suelo panameño.

Las votaciones para Presidente se llevaron a cabo según lo planeado con un sólo candidato, eligiéndose al único posible, don José Domingo De Obaldía.

Al dejar la Presidencia de la República el 30 de septiembre de 1908, la salud de don Manuel Amador Guerrero fue empeorando, hasta que el domingo 2 de mayo de 1909, tan solo unos meses después de dejar el cargo, falleció en su residencia.

La gestión que nos dejó este ilustre ciudadano fue vasta. Se organizó el servicio de correos siguiendo los estándares establecidos en los convenios de la Unión Postal Universal, a los cuales se suscribió Panamá. Se creó la Escuela de Artes y Oficios, además se constituyó una escuela primaria para los indígenas, marginados totalmente por el Gobierno colombiano. Se construyeron el Palacio de Gobierno y el Teatro Nacional. Se remodeló el Hospital Santo Tomas y se abrió La Casa de Maternidad. Se fundaron innumerables escuelas en todo el país. Se construyeron los acueductos de Panamá y Colón en cumplimiento de lo acordado en el Tratado Hay – Bunau Varilla, y fuimos reconocidos como nación independiente por la mayoría de los países del orbe. Se celebró el convenio monetario que le otorgó la paridad de la moneda de Panamá al dólar. Se organizó la oficina de estadísticas. Se pavimentaron las calles de la ciudad. Se construyeron puertos en las principales ciudades del país.

El doctor Manuel Amador Guerrero, recordado por todos como nuestro primer Presidente de la República, prestó al país sus servicios mucho más allá de lo que las circunstancia le exigieron, anteponiendo inclusive a la patria por encima de su salud.

Para cualquier persona que alguna vez haya iniciado un proyecto o empresa, es conocido cuán difícil es la etapa primaria donde se tiene que organizar, crear una estructura y hasta valerse de su mejor astucia para sacar su negocio adelante. El éxito o el fracaso no radican en la suerte como todos quisiéramos, sino en la obstinación, dedicación y esfuerzo diario que le dedicamos.

De ese esfuerzo no escaparon los denominados descubridores del Continente Americano, que más bien fueron conquistadores de estas tierras, que en compañía de mejores armas sometieron a los nativos de estas áreas. La verdad sea dicha, los españoles que vinieron fueron verdaderos guerreros, que aunque su pasión por las riquezas era el símbolo que los inspiraba, tuvieron que luchar con nuevos climas, regiones inhóspitas y adversarios que a pesar de estar en desventaja, pelearon incasablemente por lo que les pertenecía.

Lograda la conquista de cada región se pasaba a organizar la vida social de los habitantes que allí se quedarían. Eso implicaba escoger a sus gobernantes e instituciones reguladoras; crear leyes; repartir y organizar las tierras que se ocuparían y reglamentar hasta el comercio.

No faltaba, por supuesto, la oposición que desde tiempos ancestrales ha existido hacia cualquier régimen que impere en un momento determinado por muy bueno que sea. Así por ejemplo, podríamos recordar de los inicios de la conquista de Panamá, las desavenencias surgidas entre Pedrarias de Ávila y Vasco Núñez de Balboa, llevándose este último la peor parte.

Balboa representaba el caudillo popular al que todos seguían. Recordado por su descubrimiento del Mar del Sur, hoy océano Pacífico, es inmortalizado por muchos como un gran hombre, sencillo y humilde. Por su parte Ávila, representa al verdugo de Balboa, pero aunque a muchos no les guste, a este personaje le tocó la difícil tarea de organizar legal y administrativamente, las recién descubiertas tierras, labor ardua y a la que Balboa no estaba dispuesto a someterse por medios pacíficos, por lo menos mientras le durara su popularidad.

Panamá desde su descubrimiento y conquista fue considerada como un lugar especial tanto en lo político como en lo económico. Nunca perteneció, ni a Centroamérica ni a Suramérica. La independencia de España que de manera tardía llegó en relación con nuestros hermanos países vecinos, a diferencia de ellos, fue realizada de forma pacífica, sin derramamiento de sangre, pero movidos por el contagio que causaban las conquistas de los libertadores de Suramérica.

Sin embargo, lograda la misma, no nos quedamos solos, nuestras opciones fueron continuar unidos a otro país y para ello escogimos a Colombia. Desde el inicio fue claro que no congeniábamos, pues nuestro vecino nos consideraba, como todos los demás, diferentes. Ello quedó visiblemente determinado por los múltiples intentos separatistas como lo fueron los de 1830, 1831 y 1840. La autonomía de los panameños se presentó en 1855 gracias a un prohombre, don Justo Arosemena, que con una visión futurista logró impulsar el Estado Federal de Panamá. Más tarde, a través de la Constitución colombiana de 1863, Panamá se convirtió en Estado soberano, pero esta prerrogativa duraría tan sólo unos años, ya que dicho estatus se abolió en 1886, y se regresó al sistema centralista de Bogotá.

El nombre de Manuel Amador Guerrero lleva un significado muy especial para todos los panameños, pues simboliza la independencia de Panamá de Colombia. Hasta los niños de la escuela saben que fue nuestro primer Presidente de la República, pero hasta allí. Muy pocas personas conocen de dónde son sus orígenes, las grandes vicisitudes con las que tuvo que lidiar para llevar a feliz puerto la independencia, así como sus logros y dificultades que en la etapa organizativa de este país tuvo que enfrentar, y el final trágico de su vida.

Manuel Amador Guerrero nació en Turbaco, departamento de Bolívar, Colombia, el 30 de junio de 1833, hijo del matrimonio contraído por José María Amador y Mercedes Guerrero de Amador, contando además con cuatro hermanos, Juan de Dios, José, Mercedes y Vita. Realizó sus estudios en Cartagena, donde en 1855 obtuvo el título de doctor en Medicina y Cirugía. Inició sus labores por un tiempo en esas tierras; fue atraído por la construcción del ferrocarril de Panamá, y llega a Colón, lugar donde se establece en busca de un mejor porvenir, sin siquiera sospechar lo que el destino le tenía guardado. Contrajo matrimonio con la dama panameña María Ossa de Amador, con quien tuvo tres hijos.

Ayudado por sus amigos, entró en la vida política del país, sin olvidar su compromiso como galeno. Fue electo como Representante ante el Congreso Nacional por la provincia de Veraguas, por lo que se traslada a Bogotá durante todo su mandato. En 1867, regresa a Panamá y es escogido como Primer Designado del Estado y posteriormente electo Presidente del Estado, cargo que nunca llegaría a ocupar y que le costaría tener que irse al exilio hasta el año 1870, cuando retornó para dedicarse a las labores para las cuales se había preparado en el Hospital Santo Tomás. En 1890, al acercarse el final del periodo otorgado por Colombia para que la Compañía del Canal Interoceánico de los franceses concluyera la magna obra, fue designado, junto con otros ilustres ciudadanos, para que compareciera ante el Congreso a solicitar una extensión de tiempo, logrando con éxito su gestión, la cual no rindió frutos pues, como se sabe, los franceses terminaron fracasando en su anhelado proyecto.

En 1903, en momentos en que se discutía la aprobación por el Congreso de Colombia del Tratado Herrán-Hay, se acercó a don José Agustín Arango con el fin de expresarle su preocupación sobre el posible rechazo al convenio y sus consecuencias funestas para Panamá, pues los Estados Unidos tendrían que escoger a Nicaragua como la vía para el desarrollo del proyecto canalero. El impacto económico afectaría a nuestra población de manera directa, aunado a la situación precaria en que habíamos quedado como consecuencia de la Guerra de los Mil Días, por ende era imperioso, consideraba él, hacer algo que ayudara a que el canal se construyera por Panamá. Este fue el punto de partida que gracias a su gestión y de otros muchos, llevó a la consecución definitiva de nuestra independencia de Colombia.

La Asamblea Constituyente lo designó como primer Presidente, aunque él no era panameño, pero consideró que su trayectoria y representación en la gesta separatista le daba suficientes credenciales para nombrarlo en la primera magistratura del país, cargo que ocupó a partir del 20 de febrero de 1904.

La recién creada república exigía de alguien con coraje para realizar todo aquello que fuera necesario para llevar adelante el proyecto de país y la construcción del Canal de Panamá.

Una vez entró en vigencia el Tratado Hay-Bunau Varilla, surgió el primer conflicto entre la clase dirigente del Istmo y el Gobierno de los Estados Unidos a raíz de la expedición, en junio de 1904, de una orden ejecutiva del gobierno americano en la cual se declaraba a la Zona del Canal abierta al comercio mundial.

Los puertos de Balboa y Cristóbal pasaban a ser parte del Canal y se establecían en ellos aduanas y oficinas postales. Por supuesto, que estas medidas constituían una disminución en los ingresos fiscales panameños.

El 11 de agosto de 1904, el Gobierno de Panamá protestó ante las medidas injustas y demandó su derogación mediante nota que redactaría Eusebio A. Morales y suscribiría por el Ministro de Panamá en Washington, don José De Obaldía. En la misma se expresaba que el tratado de 1903, en su artículo 2, excluía a ambos puertos del área canalera y que no había cláusula alguna en el convenio que autorizara a establecer oficinas de aduanas y correos en dicha zona.

En sus inicios, el Gobierno de Estados Unidos rechazó la queja del Gobierno de Panamá, pero posteriormente envió a nuestro país al secretario de Guerra William Taft para solucionar el conflicto. Del resultado de su gestión se revocó la orden ejecutiva y se concertó un acuerdo acerca de las relaciones comerciales entre ambos países en la franja canalera, conocido como el Convenio Taft, estableciendo, entre otras cosas, que a la Zona del Canal sólo se importarían mercaderías para fines relacionados con la construcción del mismo y el personal de la empresa; se declaró el libre tránsito entre la zona canalera y la República de Panamá y se determinó que el servicio postal operaría con sellos panameños con una sobre marca que diría “Canal Zone”.

Las relaciones con el Gobierno de Estados Unidos y la administración de Amador Guerrero estuvieron trilladas de conflictos y muy especialmente en cuanto a la interpretación e implementación del Tratado Hay-Bunau Varilla.

Desde el momento en que el doctor Amador Guerrero tomó posesión del cargo, Estados Unidos tuvo un especial interés en eliminar el ejército panameño, pues estaban convencidos de que el mismo representaba un peligro para la estabilidad del Estado. Este sentir quedó claramente marcado cuando en vísperas de la celebración del primer aniversario de la República, el general Esteban Huertas movido por intereses políticos del país, envió una carta al Presidente donde demandaba la destitución del ministro de Gobierno, Tomás Arias. No conforme con esto, en el día del primer aniversario de la independencia, lanzó una proclama en contra del gobierno nacional. Días más tarde, se descubrió un complot para derrocar al presidente Amador, lo que lo llevó al convencimiento de que la única vía para salir del conflicto era pidiendo la renuncia del general Huertas, quien la envió el 18 de noviembre de 1904. Dos días después se disolvió el ejército.

Las adversidades siguieron contrariando a la reciente República. En diciembre de 1904, se llevaron a cabo las elecciones municipales del país, después de las cuales se inició una serie de denuncias de fraudes por parte del Partido Liberal. Más tarde, en 1906, se llevaron a cabo las siguientes elecciones municipales, pero esta vez el gobierno solicitó la presencia de observadores. El Partido Liberal no se quedó atrás y envió a Estados Unidos una delegación que pediría a ese gobierno su intervención con el fin garantizar un justo resultado a las mismas. Las elecciones se realizaron el 24 de junio de 1906, pero los liberales acusaron al gobierno de serias irregularidades y fraude. Durante los días posteriores a las elecciones se suscitaron revueltas callejeras que dejarían un saldo de tres muertos, varios heridos y muchos detenidos.

El 23 de junio de 1907, el presidente Amador, por autorización que le otorgase la Asamblea Nacional, se separó del cargo por un periodo de seis meses con el fin de realizar un viaje a Estados Unidos y Europa, ocupando el solio presidencial el primer designado, don José Domingo De Obaldía. Lo que pocas personas sabían era que el doctor Amador venía sufriendo de una enfermedad que lo llevó a buscar la opinión de médicos extranjeros que le encontrarían una solución a su padecimiento. A todo lo largo de su viaje se dedicó a escuchar opiniones de varios galenos, entre los cuales encontró a uno que llegó a diagnosticarle cáncer en los huesos, y más aún, llegó a expresar que fallecería en seis meses.

Pese a todo ello, retomó en diciembre de 1907, las riendas del Estado con el único fin de concluir con valentía sin igual y pese a sus dolencias, la misión que le había sido encomendada.

Llegada la época de elecciones presidenciales de 1908, un grupo de simpatizantes trató de buscar la reelección del doctor Amador Guerrero, si embargo este rechazó tal ofrecimiento de manera categórica. Así las cosas, los candidatos que se presentaron fueron José Domingo De Obaldía, primer designado de la República, y Ricardo Arias, secretario de Relaciones Exteriores. Por su parte, los Estados Unidos empezaron a enviar mensajes amenazadores manifestando que no permitirían que se realizara un fraude como el acaecido en las elecciones de 1906, acusando al gobierno de Amador Guerrero de haber ayudado a realizar dicho fraude. La situación llegó a tal estado, que la nación del Norte consideró desembarcar a marinos de la armada en Panamá para que cuidaran los centros de votaciones. El presidente Amador nombró una comisión observadora electoral e invitó a que participaran de esta a designados del Gobierno americano.

Ante este panorama don Ricardo Arias prefirió retirarse de la campaña con el fin de evitar una intervención de los Estados Unidos en el suelo panameño.

Las votaciones para Presidente se llevaron a cabo según lo planeado con un sólo candidato, eligiéndose al único posible, don José Domingo De Obaldía.

Al dejar la Presidencia de la República el 30 de septiembre de 1908, la salud de don Manuel Amador Guerrero fue empeorando, hasta que el domingo 2 de mayo de 1909, tan solo unos meses después de dejar el cargo, falleció en su residencia.

La gestión que nos dejó este ilustre ciudadano fue vasta. Se organizó el servicio de correos siguiendo los estándares establecidos en los convenios de la Unión Postal Universal, a los cuales se suscribió Panamá. Se creó la Escuela de Artes y Oficios, además se constituyó una escuela primaria para los indígenas, marginados totalmente por el Gobierno colombiano. Se construyeron el Palacio de Gobierno y el Teatro Nacional. Se remodeló el Hospital Santo Tomas y se abrió La Casa de Maternidad. Se fundaron innumerables escuelas en todo el país. Se construyeron los acueductos de Panamá y Colón en cumplimiento de lo acordado en el Tratado Hay – Bunau Varilla, y fuimos reconocidos como nación independiente por la mayoría de los países del orbe. Se celebró el convenio monetario que le otorgó la paridad de la moneda de Panamá al dólar. Se organizó la oficina de estadísticas. Se pavimentaron las calles de la ciudad. Se construyeron puertos en las principales ciudades del país.

El doctor Manuel Amador Guerrero, recordado por todos como nuestro primer Presidente de la República, prestó al país sus servicios mucho más allá de lo que las circunstancia le exigieron, anteponiendo inclusive a la patria por encima de su salud.

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