¿Es el Cristianismo un Enemigo Poderoso?

Abril 10, 2004

¿Es el Cristianismo un Enemigo Poderoso?

Abril 10, 2004

El título de este artículo debe ser la pregunta que muchos Cristianos se han venido haciendo en los últimos tiempos. Los cambios mundiales y el desenfreno que viene exteriorizando la sociedad en todas las naciones han ido paulatinamente alimentando una creciente campaña contra todas aquellas cosas que son parte de la fé cristiana, y no así de otras religiones.

Los medios son múltiples: prensa, radio, televisión, cine e Internet por decir lo menos. El mecanismo, muy sencillo, se ataca nuestra fé, no nuestro proceder. A ellos no les interesa la asistencia a misa, los rezos o días de fiesta religiosa, su principal interés es nuestra creencia, cuestionando si Cristo existió, si de verdad realizó milagros, si resucitó o si su madre era Virgen.

La forma más cotidiana de atacar suele ser la codicia, avaricia, mentira, consumismo, sexo, drogas, alcohol, vivir al máximo, que sumado a las múltiples guerras, enfermedades y muertes buscan sembrar dudas sobre la existencia de Cristo.

El Cristianismo no es más que una filosofía de vida. Jesús, hijo de Dios, vino a la tierra a enseñarnos nuevas reglas de vida, basado en la existencia de un solo Dios, del amor al prójimo y la paz.

Es esta filosofía de paz y amor la que por siglos ha trastornado a aquellos que tratan de hacer la guerra, dominar el Mundo, atacar países y destrozar a la humanidad. Es la misma que utilizó Gandhi para luchar contra el Imperio Inglés.

Se trata de una lucha entre el bien y el mal. Entre quienes queremos un mejor mañana y quienes quieren destruir el mañana. Entre quienes no le perdemos el respeto a la muerte y quienes ya no le temen a Dios, ni a la muerte. Entre quienes quieren construir una familia, un hogar, un trabajo y quienes desean destruir la institución más importante de la sociedad. Entre quienes ven como anormal las relaciones entre personas de un mismo sexo y quienes creen que parejas de un mismo sexo pueden adoptar niños. Entre quienes creen que se debe transmitir en las escuelas nuestras creencias religiosas y aquellos que dicen que eso va en contra de la libertad de culto. Pero cuál libertad? La de no enseñar nada, pues así es más fácil penetrar las conciencias que se encuentran en etapa de formación.

El mal busca quitarnos la libertad de nuestra voluntad. Atándonos a los vicios, a la creencia del consumismo, de la felicidad instantánea de los bienes materiales y no de lo espiritual. Es el mal el que busca suplir las necesidades de los seres humanos y causa dolor y sufrimiento. Es que por medio de la publicidad trata de convencernos que la felicidad se lograr con la tenencia de bienes.

Pero, ¿pueden realmente los bienes dar o devolver alegría a nuestro corazón? ¿Puede la guerra devolvernos la vida de algún ser muerto por actos violentes de la otra parte? No lo creo.

El bien, por otro lado, busca lo mejor para uno mismo y el prójimo. Pero esta filosofía no vende armas, no vende carros de lujo, ni consume más de lo que uno puede pagar. Es sencilla, pacífica y moral. Entendiéndose por moral la unión de la voluntad Divina y la razón humana.

La felicidad se logra con la libertad de cada ser humano, actuando razonablemente y dentro de los preceptos sociales correctos, entendiendo que existe un solo Dios como creador y organizador de todo un ordenamiento.

Ahora bien, si no existe el Dios conocido por los Cristianos, ni existió Jesús, por qué se preocupan tanto aquellos adversarios en demostrar su inexistencia si no creen en él. Para los Cristianos, Jesús está presente en la mente de todo ser humano y como dije antes se trata de un acto de fé, no susceptible de ser tocado o visto, pero sí tan poderoso como para molestar a aquellos que no buscan el bien para el Mundo.

El autor es abogado.

El título de este artículo debe ser la pregunta que muchos Cristianos se han venido haciendo en los últimos tiempos. Los cambios mundiales y el desenfreno que viene exteriorizando la sociedad en todas las naciones han ido paulatinamente alimentando una creciente campaña contra todas aquellas cosas que son parte de la fé cristiana, y no así de otras religiones.

Los medios son múltiples: prensa, radio, televisión, cine e Internet por decir lo menos. El mecanismo, muy sencillo, se ataca nuestra fé, no nuestro proceder. A ellos no les interesa la asistencia a misa, los rezos o días de fiesta religiosa, su principal interés es nuestra creencia, cuestionando si Cristo existió, si de verdad realizó milagros, si resucitó o si su madre era Virgen.

La forma más cotidiana de atacar suele ser la codicia, avaricia, mentira, consumismo, sexo, drogas, alcohol, vivir al máximo, que sumado a las múltiples guerras, enfermedades y muertes buscan sembrar dudas sobre la existencia de Cristo.

El Cristianismo no es más que una filosofía de vida. Jesús, hijo de Dios, vino a la tierra a enseñarnos nuevas reglas de vida, basado en la existencia de un solo Dios, del amor al prójimo y la paz.

Es esta filosofía de paz y amor la que por siglos ha trastornado a aquellos que tratan de hacer la guerra, dominar el Mundo, atacar países y destrozar a la humanidad. Es la misma que utilizó Gandhi para luchar contra el Imperio Inglés.

Se trata de una lucha entre el bien y el mal. Entre quienes queremos un mejor mañana y quienes quieren destruir el mañana. Entre quienes no le perdemos el respeto a la muerte y quienes ya no le temen a Dios, ni a la muerte. Entre quienes quieren construir una familia, un hogar, un trabajo y quienes desean destruir la institución más importante de la sociedad. Entre quienes ven como anormal las relaciones entre personas de un mismo sexo y quienes creen que parejas de un mismo sexo pueden adoptar niños. Entre quienes creen que se debe transmitir en las escuelas nuestras creencias religiosas y aquellos que dicen que eso va en contra de la libertad de culto. Pero cuál libertad? La de no enseñar nada, pues así es más fácil penetrar las conciencias que se encuentran en etapa de formación.

El mal busca quitarnos la libertad de nuestra voluntad. Atándonos a los vicios, a la creencia del consumismo, de la felicidad instantánea de los bienes materiales y no de lo espiritual. Es el mal el que busca suplir las necesidades de los seres humanos y causa dolor y sufrimiento. Es que por medio de la publicidad trata de convencernos que la felicidad se lograr con la tenencia de bienes.

Pero, ¿pueden realmente los bienes dar o devolver alegría a nuestro corazón? ¿Puede la guerra devolvernos la vida de algún ser muerto por actos violentes de la otra parte? No lo creo.

El bien, por otro lado, busca lo mejor para uno mismo y el prójimo. Pero esta filosofía no vende armas, no vende carros de lujo, ni consume más de lo que uno puede pagar. Es sencilla, pacífica y moral. Entendiéndose por moral la unión de la voluntad Divina y la razón humana.

La felicidad se logra con la libertad de cada ser humano, actuando razonablemente y dentro de los preceptos sociales correctos, entendiendo que existe un solo Dios como creador y organizador de todo un ordenamiento.

Ahora bien, si no existe el Dios conocido por los Cristianos, ni existió Jesús, por qué se preocupan tanto aquellos adversarios en demostrar su inexistencia si no creen en él. Para los Cristianos, Jesús está presente en la mente de todo ser humano y como dije antes se trata de un acto de fé, no susceptible de ser tocado o visto, pero sí tan poderoso como para molestar a aquellos que no buscan el bien para el Mundo.

El autor es abogado.

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